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domingo, 30 de noviembre de 2025

CAYETANO LEAL "PEPE HILLO"

CAYETANO LEAL ARANAZ

Matador de toros y banderillero.
Hijo del matador de toros del mismo nombre, sobrino de Eduardo Leal "Llaverito", y padre de Curro Leal.
Nació en Madrid, España, el 28 de julio de 1909.
Se presentó en la Plaza de toros El Toreo en 1928.
Se presentó como novillero en Madrid el 24 de agosto de 1930. Alternó con Martín Agüero, Juan Valenciano y Manuel Fuentes Bejarano con novillos de don Rafael Lamamie de Clairac.
Tomó la alternativa en Soria, España, el 3 de octubre de 1930 de manos de Luis Fuentes Bejarano, con Heriberto García como testigo. El toro de la ceremonia se llamó "Lechuguino" (#18, negro) de Patricio Sanz.
Debutó en México como matador de toros en la Plaza de toros El Progreso de Guadalajara, Jalisco, el 2 de noviembre de 1930. Alternó con Edmundo Maldonado "El Tato" con toros de Calderón.
Falleció en México, Distrito Federal, el 23 de mayo de 1989.

EL CASO DE PEPE-HILLO
Por Arelia

HACE unos días, urgando viejos papeles. encontré un ejemplar semanario "El Eco Taurino" con fecha del 25 de septiembre de 1928. Hojeando sus páginas me llamó la atención un artículo que firma Armando de María y Campos, intitulado "El Maravilloso Capote de Pepe Hillo". El párrafo inicial dice: 
"Han pasado quince días del rotundo éxito de Cayetano Leal "Pepe-Hillo" y no se habla en México de otra cosa que de los maravillosos lances del sobrino de "Llaverito", de la nueva forma -en México- de hacer lances con el capote llevando las manos muy bajas y toreando muy despacio. Nosotros le preguntamos al joven torero de Tacuba: - ¿Cómo se le ocurrió a usted torear con las manos tan bajas y con esa lentitud que de no verse no se crayera?”
Aquí el escritor transcribe la respuesta del torero, que no reproducimos por demasiada amplia, pero que en síntesis es esta: "Mi tío "Llaverito" me contó que en España habla visto a un torero recién aparecido, "Cagancho", que toreaba muy despacio y con las manos muy bajas al hacer la verónica y que esa nueva modalidad había provocado grandes escandaleras en todo sitio donde toreaba el gitano. Yo me entusiasmé y le dije a mi tío que iba a intentar torear en tal forma. "Necesitas parar mucho y traer muy bien toreado al toro", me advirtió "Llaverito". Pues yo voy a hacerlo, insistí. Y ya ve usted, lo hice “.
Breve y elocuente es el párrafo final:
 "Lector: como ha toreado "Pepe-Hillo" - como dicen que torea "Cagancho", muy señor nuestro, que aún no conocemos- no habíamos visto torear nunca en México".
Por lo que dos cosas saqué en claro, después de leer el interesante articulo: que "Pepe-Hillo" fué el primer torero en México que toreó con las manos muy bajas y que desde esa época se le consideraba mexicano, toda vez que el cronista lo llamaba "el torero de Tacuba".
Por la fecha del artículo podrá usted, lector amable, constatar que el aludido "Pepe-Hillo" es el actual banderillero que responde al nombre de Cayetano Leal y que por obra y gracia de una disposición, que nos parece a todas luces injusta de la Unión de Subalternos, ha sido cesado, junto con otros tres compañeros, en el ejercicio de su profesión como consecuencia o "reflejo", pudiéramos decir, del conflicto taurino hispanomexicano.
Así es que sólo esperaba una oportunidad para charlar con el sobrino de "Llaverito" y que él mismo me aclarara algunos puntos del artículo tantas veces mencionado, que yo encontraba un tanto confusos por coincidir la época en que fue publicado con mi transitorio alejamiento de la fiesta y su ambiente.
La oportunidad no tardó en venir y en días pasados sostuve interesante charla con Cayetano. Le pregunté, entre otras cosas, si su padre del mismo nombre y alias tenía algún parentesco con el primer célebre "Pepe-Hillo" que existió en España.
-Ninguno- me aclaró Cayetano- lo que pasó fué que mi padre se presentó en Madrid en una corrida "goyesca” y estoqueó "recibiendo" dos toros rejoneados. Esta circunstancia y la indumentaria que vistió en esa ocasión, fueron sobrados motivos para que los cronistas lo apodaran "Pepe-Hillo", influenciados, seguramente, por el el recuerdo del célebre José Delgado "Hillo” que existió en los tiempos de Goya y a quien suprimieron su primer apellido y cambiaron el José por Pepe.  
- ¿A qué edad llegó usted a México?
- A la muy tierna de cinco meses de nacido. Yo nací en Madrid el 28 de julio de 1909. En noviembre de ese año mis padres pisaron tierra mexicana. Así es que las cuentas son breves y clarísimas: cinco meses de edad!
- ¿Era primera vez que venían aquí sus padres?
- Mi padre ya había hecho un viaje anteriormente. Aquí se hizo torero iniciando su carrera, ya con formalidad, como banderillero de Ponciano Diaz. Más tarde se hizo matador de toros. Regresó a España y en Madrid le confirmó la alternativa Luis Mazzantini. Cuando volvió a México fue que me trajo. Aquí nacieron otros dos hermanos míos.
- ¿Cuándo visitó su país de origen? 
- Figúrese, hasta cumplidos los veinticuatro años. Aqui me crie, aquí me inicié y me hice torero, aquí me he ganado el pan, he sufrido y gozado. ¡Si me siento tan mexicano como el que más!
- ¿Por qué lo llamaban "el torero de Tacuba"?
- Porque me crie por aquel rumbo y empecé a ensayar en el rastro de esa municipalidad. En esa época se iniciaron también David Liceaga, el "Negro" Muñoz, el difunto Alberto Balderas y otros. Mi padre y mi tío "sacaron" a Juan Espinosa "Armillita I", ahora una de las primeras figuras de la torería subalterna. También recuerdo al "Tato I", que por cierto debutó armando una escandalera de las grandes en el antiguo "Toreo".
- ¿Cuándo se presentó usted en esta plaza?
- En la temporada de verano de 1928. Antes había toreado en Tacuba con éxito, así es que cuando debuté en la plaza de la Condesa tenía algún cartel. Entonces toreé mi primera corrida de casta y en cuanto ví la ocasión, esto es, que me embistió franco un toro, eché las manos abajo, "me quedé quieto" como hoy se dice y tiré del toro con suavidad, despacio, con temple. La reacción del público todavía la tengo muy presente. No cabe duda de que el público mexicano es muy sensitivo y tiene una gran comprensión del arte en todas sus manifestaciones. No vea usted lo feliz que estaba mi tío "Llaverito", porque dudaba de que yo pudiera hacer lo que él vió en España hacer a "Cagancho". Por supuesto que la prensa me elogió muchísimo y me hicieron varias entrevistas en los principales diarios y revistas de aquella época.
- ¿Su impresión personal de ese momento "novedoso y distinto"?
- Una impresión indescriptible: ver, sentir pasar la mole del toro lento, muy lento muy cerca de uno, es algo que no se puede explicar por lo mismo intenso y emotivo. Yo creo que el temple, adaptado al toreo por abajo, es la culminación, el perfeccionamiento, el clímax del toreo. Que ya no se puede ir más allá, vamos...
- ¿Repitió con frecuencia la hazaña o, mejor dicho, esa nueva modalidad de torear?
- Si, en algunas ocasiones, porque no siempre las condiciones de los toros lo permitían. Obvio es decir que para hacer esa clase de toreo se necesita que el toro sea franco, claro, boyante. Además de que uno tiene que "sentir" cierta gana, cierto impulso, armonía, coordinación física y espiritual para lograr esos momentos de perfección taurina. Crea usted que si fuera cosa fácil y accesible a cualquiera, todos los toreros seríamos figurísimas del toreo.
- ¿Cuánto tiempo toreó como novillero?
- Seis años.
- Que ahora se antojarían seis siglos. Vivimos una época tan veloz, que los años se substituyen por días. Ahora un novillero con seis novilladas toreadas puede aspirar a la alternativa.
- Es cierto que vivimos, como usted dice, una época de velocidad. Pero yo creo que en cualquier época el torero debe ir por sus pasos contados. Bien difícil y peligrosa es la profesión, y las precipitaciones en ella nunca han dado buenos resultados. Yo creo que arte y velocidad no compaginan.
La aseveración de "Pepe-Hillo" me ha dejado pensativa. "Arte y velocidad no compaginan". Y no sé por qué, pero pienso en "Joselillo", en su arte majestuoso y severo que mil circunstancias, casi todas ellas adversas, lanzaron por rutas de vértigo, de relámpago...
Reanudo el interrogatorio:
- ¿Dónde y cuándo se alternativó?
- En España, a donde marché el año de 34. Tomé la alternativa en Soria el 6 de octubre de ese año. Mi padrino fué Luis Fuentes Bejarano y como testigo fungió Heriberto García. Los toros fueron de Félix Suárez.
- ¿Hubo suerte? 
- Bastante. Le corté las orejas a mis dos toros. Después toreé por la provincia, siempre con el pensamiento puesto en regresar a México para el invierno y con el orgullo de haberme hecho matador de toros. Cuando nuevamente me encontré aquí me hablaron para que me presentara en "El Toreo". Acepté, encantado, pero antes quise torear fuera para preparar lo mejor posible mi debut en la gran plaza. Y el panorama cambió... vinieron las duras... toreando en Guadalajara tuve que vérmelas con un toro que había herido al "Tato". Al pasarlo de muleta me alcanzó, infıriéndome una cornada en el vientre, que me echó a la cama para un rato largo. Tardé en recuperarme, así que ya no me presenté en "El Toreo" y toreé alguna que otra corrida. Me sentía mal de facultades, "huído", en fin, no las traía todas conmigo. Como no llegaban a España noticias mías, ni había hecho publicidad previa,  cuando volví por aquellas tierras nadie se acordaba de mí... tuve que renunciar a la alternativa, me esforcé cuanto pude y me arrimé de verdad. En esta forma logré torear 30 novilladas en ese año, el de 1935. Las cosas marchaban tan bien, que hasta pensé en una segunda alternativa. En eso "Dominguín" me habló para que matara, yo solo, seis toros en Tetuán, el 7 de septiembre. Acepté, me encerré con aquellos "angelitos" de Pacheco, una ganadería salmantina que por cierto hacía su presentación, aspirando a vacada de cartel. El quinto toro -quinto también fue aquel del "Tato" en Guadalajara, por lo que para mí es un cuento aquello de que "no hay quinto malo"- me dió una cornada grave en la pierna derecha, que echó a rodar todos mis proyectos, todas mis ilusiones, porque tardé en recuperarme y quedé algo "fallo" de facultades.
Ahora es Cayetano el que se queda pensativo, la mirada vaga, el espíritu ausente. Tal vez él no se da cuenta del suspiro largo y hondo que expande su pecho. En él va la cosa lejana, amarga y siempre recordada, del torero que por esto o por lo otro no llegó a ver realizadas sus aspiraciones. Interrumpo la meditación del torero:
- ¿Y después?
- Después... decidí cambiar el estoque por las banderillas. Había que vivir... 
En 36 me incorporé a la cuadrilla de Silverio Pérez, pero vino el boycot contra los mexicanos y después la guerra civil. ¡Lo que sufrí entonces! Sólo tenía un pensamiento: regresar cuanto antes a México.
Pero no pude hacerlo hasta terminada la guerra. 
Cuando volví aquí me sentí otro hombre, porque casi, casi, yo me había muerto varias veces… ¡Ah, las guerras!... 
Por hecho y por derecho yo era mexicano, pero había que legalizarlo. Así que tan pronto pude, me nacionalicé y ya soy en toda forma hijo de esta bendita tierra, de la que no me iré como no me echen y si me echan tendrán que hacerlo a empujones.
- Pero, entonces; no se explica por qué la Unión lo ha "vetado" a usted.
-Yo tampoco me lo explico, ya que mi ciudadanía mexicana la ha reconocido la Directiva de la Unión; pero yo no puedo olvidar que soy o que fui miembro de esa Unión y que debo aceptar sus fallos, cuando menos por disciplina. Yo respeto cuanto resuelva ella y me someto a sus decisiones, aunque lesionen mis intereses y mi profundo cariño a esta tierra en la que me hice hombre y torero y he visto crecer a mis hijas.
- La pregunta que voy a hacerle es indiscreta. ¿De qué vive usted? ¿Qué es lo que piensa hacer?
-Trabajo y trabajaré en lo que pueda, en lo que sea. Sí, trabajar, que es al sagrado derecho que nadie puede quitarnos. Ahora que cuando se es torero -añade Cayetano-, triste, pero firme, convencido- sólo se piensa en torear. He hecho gestiones para ir a Suramérica: mucho "papeleo y un buen fajo de dólares. ¿De dónde los saco? Lo curioso es que aquí no puedo torear porque soy español, y en España tampoco porque soy mexicano. ¿Es que no “hablan” los papeles? ¿Qué me queda, entonces? Tengo un hogar, esposa, dos niñas ¡y nada!, trabajar… y esperar. Quizá algún día vuelvan a arreglarse las cosas y cambie la suerte…

ooo

Otra vez los ojos verdes de "Pepe-Hillo" miran vago, lejano. Otra vez los recuerdos, el espíritu ausente. Su mano fuerte, que va encalleciendo a no sé qué duro trabajo, lleva a los labios la pequeña taza con café. Bebe unos sorbos y observo un rictus en su semblante. ¿El amargo del café o la pena amarga, punzante?
Se queda silencioso en tanto yo pienso muchas cosas... Quizá en el caso de "Pepe-Hillo" han pagado justos por pecadores: que la disciplina se ha aplicado tan estricta como injustamente: "O todos rabones o todos colones", quizá... Más lo cierto es que el asunto tiene cola, larga "cola"... pero tal vez algún día -como dice Cayetano- se arreglen las cosas y cambie la suerte...
Semanario La Fiesta, No, 612, del 12 de noviembre de 1947.

sábado, 29 de noviembre de 2025

LUIS DEL VALLE "VALLITO"

Matador de novillos.
Nació en México, Distrito Federal, el 10 de agosto de 1906.
Se presentó en la Plaza de toros El Toreo el 23 de junio de 1933. El cartel de esa tarde lo formaban los novilleros Leopoldo Ramos “El Ahijado del Matadero”, Agustín Chávez y Silvino Hernández “El Ahijado de la Indianilla” con novillos de Rancho Seco. Juan Monroy “El Niño de la Faja”, Maurilio Rodríguez y Luis del Valle lidiaron al final tres novillos.
Fue maestro de toreros, entre ellos, Mariano Ramos.
Falleció en México, Distrito Federal, el 23 de agosto de 1985.

“VALLITO”, LOS “CHARLOTS” Y EL BURRO-TORO
Por ARELIA

EN Luis del Valle, "Vallito", se repite la historia del soñador de Ia gloria, del torero malogrado al que un destino adverso apartó de la senda dorada del triunfo. La historia de Luis del Valle no fué la obscura y repetida del torero fracasado, sino la cruel y amarga del artista malogrado, que no es lo mismo; porque en el toreo fracasan los inconscientes, los "chalaos", los que pueden ser toreros con sólo vestirse de luces. Y se malogran aquellos que sí tienen condiciones para ser toreros, por una de estas dos cosas: cornadas o mala administración, y a veces, para mayor ensañamiento, por los dos motivos mencionados como en el caso del personaje que inspiró este artículo.
Luis del Valle fué un torero de amplísimas posibilidades. Tenía tres grandes virtudes que por si solas lo hubieran encumbrado como figura del toreo: afición a raudales, calidad y un valor de espanto, no del que espanta y angustia por inconsciencia, sino del que emociona por firme, sereno y auténtico; vamos, el típico valor torero. Con sólo ese valor macizo y rotundo, Luis hubiera llegado muy lejos, pero él no supo ni administrarlo ni administrarse como torero de calidad y valía. Su afición a lo Quijote, romántica y despreocupada, le hacía creer que la gloria bajaba del cielo envuelta en los encajes de las nubes lejanas… y no buscó ni fuerza, ni apoyo en la experiencia aguzada de un buen apoderado, ni los consejos de un mentor, ni mucho menos la ayuda de algún mecenas más o menos influyente o romántico. Además, los toros le pegaron muy fuerte. Sin nadie que frenara sus actos, Luis vivió una vida despreocupada, alternando sus triunfos en la plaza con la farra rumbosa en la que los más agasajados son, por cierto, los amigos y las… amigas del torero.
¡Lástima de torero! ¡Y lástima de calidad y valor tan desperdiciados! Cuando Luis volvió la cara fustigado por un presente inquietante, el tiempo había pasado, llevándose lo mejor de su juventud y sus facultades. Atrás quedaban las tardes de gloria con oros de sol de triunfo y rojeces de sangre joven y ardiente, sangre de torero que tarde a tarde se entregaba con la esplendidez de su afición romántica y despreocupada y su valor heroico y desperdiciado.
Quedaba ante él , el futuro incierto e inquietante, presagiándole el viacrucis cruel e indeterminado del torero malogrado que, a cuestas con su amargura y la ponzoña del virus indestructible, va a tumbos por esas plazas de Dios...

ooo

La cosa empezó porque un día... Luis, entonces un chavalillo de dieciséis pimpantes primaveras, "chícharo" de una carnicería, fué à los toros merced a la accidental generosidad del patrón. En el tendido de la plaza el chico se sacudía de nervios, profundamente impresionado por un espectáculo que le "llegaba" hasta el tuétano. Ya no pensó sino en hacerse torero. Y por sacarle verónicas a la mujer del patrón, lo corrieron del trabajo como lo corrieron también del hogar porque Luisito se descuidaba del gasto por darse el lujo de tomar clases de toreo de salón... Un "vivillo", como hay muchos en "el toro", con sólo media docena de clases "teóricas" que se hacía pagar espléndidamente por el muchacho, lo sacó a banderillear un novillo en alguna placita. Las palizas que sufrió el neófito fueron de espanto, pero ya desde entonces asomaba su valor extraordinario y, lejos de dolerse al castigo, su entusiasmo subió de punto.
En su afán de hacerse torero se unió a una pandilla de torerillos ya un poco fogueados, entre ellos Rafael López, Pepe Leal, Higinio Tapia "El Faico" y otros que lograron destacarse: remendó capotes y confeccionó banderillas en la casa de "Frascuelillo", y le hizo "el toro" a maletillas, "chalaos" y torerillos anónimos que andando el tiempo fueron figuras del toreo. Fué discípulo del "Patatero", pero el antiguo banderillero de Gaona sólo tenía ojos para Heriberto García, su discípulo favorito, y aleccionó a Luis como banderillero para que acompañara a Heriberto en las corridas foráneas. Pero Luis no estaba conforme con tal aprendizaje, él quería "andar sólo por el mundo". Su éxito en la popular placita de Nativitas, alternando con Luciano Contreras y Vicente Cárdenas "Maera", entonces novilleros, le dió bastante cartel en las placitas del Distrito Federal, realizando una brillante campaña que seguramente le hubiera abierto las puertas de la plaza grande; pero un incidente le hizo variar el rumbo que tan directamente lo llevaba al triunfo: "Frascuelillo" se encontraba en un tremendo apuro, le faltaba un "charlot" para su cuadrilla bufa que estaba a punto de debutar en Jalapa. "Luisillo, hijo de mi alma -suplicaba angustiado "Frascuelillo"- sácame de ésto. Acuérdate lo que yo te he ayudao". Y ante el quejumbre del hombre y sus invocaciones a la gratitud, el chico cedió... ¡Qué falta le hizo en tales momentos un fuerte tirón de orejas! Ya lo dijo el flamenco: "La administración es la... administración".

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En tierras jarochas -después de hacer el "charlot"-, le llovió el trabajo al joven torero. Cuajó como un gran banderillero y en toda la región no hubo quien le ganara la pelea, clavando los palitroques. En su afán de éxitos y aventuras se fué a Tabasco con Manuel Gómez Blanco "El Yucateco". Ya para entonces los toros lo habían castigado repetidamente. Luis comprendió que cada vez se iba desviando más y más de la ruta que se había trazado y quiso volver sobre sus pasos. Y cuando regresaba a la Capital, decidido a recuperar lo que alguna vez había tenido al alcance de la mano, conoció e hizo amistad con un torero español, Manuel Martín "Manolete", quien logró convencer al inexperto muchacho que era en Chiapas donde le aguardaba gloria y riqueza, Y a tan lejanas tierras fué Luis con el coleta hispano, viajando en carreta y a lomo de buey por la virgen región, haciendo la vida nómada y pintoresca de los gitanos. Quizá juzgaba Luis que esto de la "gitanería" iba muy a tono con su oficio, pero lo cierto era que las aventuras no daban ni lustre ni provecho a su carrera artística.
Al fin, convencido de que su porvenir estaba en México, volvió sobre sus pasos... Sólo que, como quien dice, tuvo que volver a empezar: la carrera del torero no admite retrasos. En una "cala" de torerillos que efectuó Juan Aguirre, "El Conejo", destacó, como era natural, nuestro héroe, y el célebre "licenciado" Freg quedó tan encantado con las hechuras del muchacho que decidió apoderarlo; pero al "licenciado" lo traía loco el frontón y descuidó la administración de aquella alhaja torera que era "Vallito" ("Frascuelillo" ¿cómo no! fué el creador del diminutivo).
Así las cosas, pasó un año con sus largos doce meses sin que Luis viera la suya, y entretenía sus ocios escuchando cuán gloriosas eran las hazañas frontonísticas de su apoderado. ¡No era por ahí! Al año siguiente -1932- se inauguró en Xochimilco una plaza de toros. Ahí debutó Luis con éxito tan rotundo que repitió diez domingos consecutivos. Y fué tanto el cartel y la nombradía que adquirió por aquella época, que posiblemente lo hubieran contratado para la plaza grande. Pero ¡ya no estaba de Dios! un cornadón en la ingle derecha, lo puso en peligro de muerte y lo retuvo largo tiempo en la cama.
En el año 1933, ya recuperado, realizó una breve y triunfal campaña en la plaza de Tacuba, disputando y ganando la Oreja de Plata a novilleros de la nombradía del "Tato II", Jesús Quintero, Jorge Carrera y otros más. Visto el éxito, le firmaron, ¡al fin...!, para "El Toreo". Nuestro héroe se preparó con todas sus fuerzas físicas y espirituales para salir airoso de la gran prueba. Y aquella tarde, 10 de julio de 1933, se acicaló lo mejor que pudo y lleno de optimismo y esperanzas pisó el ruedo del entonces primer coso de América. Sus alternantes eran "Ahijado del Matadero" y Agustín Chávez; los toros, de Rancho Seco. Todo fué viento en popa hasta el segundo toro. A punto de salir el de "Vallito" se desató, ¡cosas del destino!, un aguacero tan tremendo que obligó a la suspensión del festejo.
Después... empezaron, las promesas, las "largas"... y pasó un domingo y otro y a "Vallito" no se le daba la oportunidad a que tenía derecho y ¡tanto! Si hasta había pagado uno de los dos toros que tenía que matar... pero estas cosas ocurren con tanta frecuencia en el medio... "Vallito" debía tener paciencia: ya llegaría su turno, ya llegaría...
Pero como de promesas no vive el hombre, Luis del Valle, triste y desilusionado, se fué a correr la legua por todas las plazas y placitas del Estado de México. Su carne estaba dolida, su espíritu decaído: y una vez más su casta y su valor auténticos se impusieron sobre la mala suerte. "Vallito" triunfaba por dondequiera que fuese, ganando la pelea a toreros con tanta fama de valientes como Paco Gorráez, "El Vizcaíno", "El Temerario", "Terremoto de Tacuba" y otros a cual más de bravos y "salidores". Y así como hubo triunfos, hubo también cornadas que obligaban a "Vallito" a largos meses de inercia, Y en tanto el tiempo corría, corría..
Algunos años más, y "Vallito", las ilusiones rotas, las facultades mermadas, suspendió sus actividades toreras. No queriendo abandonar el medio, empleó los dineros reunidos a costa de sacrificios y sangre en…  ¿en qué creen ustedes? pues en adquirir ropa de torear para alquilarla. El negocio no resultó. Si lo sabremos nosotros, que trabajamos seis meses con sus ciento ochenta días el Guardarropa Gratuito para el Novillero Pobre, y en menos que canta un gallo lo acabaron los torerillos que cargaban con el santo y la limosna... ¡Ingénuo Vallito"!
Visto el fracaso, "Vallito" volvió a torear lo que saliera y a como fuera por las placitas de pueblo. ¡Una figura del toreo que no pudo ser!
Hace cuatro años organizó una cuadrilla de "Charlots", rememorando quizá su aventura por tierras jarochas que truncó la racha de triunfos que iban construyendo el triunfo máximo. Tal vez la amarga experiencia influyó en "VaIlito", que desde entonces se empeña en organizar cuadrillas bufas con la esperanza de que algún anónimo "botones" se transforme en la figura que él no pudo ser; porque habrán de saber ustedes que el "botones" de los "Charlots" es el mimado de la cuadrilla, al que se le dan todas las facilidades, al que en cuanto sale un bicho propicio se le da "manga ancha" para torear. Y "Vallito", romántico y quijote, piensa que alguna vez un "botones” de su cuadrilla luzca botones de brillantes en la pechera de la camisa...

ooo

Y aquí entra el burro-toro, otra "figura" forzadamente cornuda que también malogró. Hará unos meses "Vallito" organizó la cuadrilla bufa "El Bombero Torero" y los "Pikaros". Cuadrilla postinera, con magníficos elementos, estupendamente vestida y presentada y cuyo representante y apoderado lo es nada menos que el popular taurino "Don Dificultades".
Pues, bien, a punto de hacer su debut la cuadrilla, unos torerillos llevaron a "Vallito" un burro, al que un par de aguzados pitones ajustados a la cabeza, daba un cómico y extraño aspecto. El burro, -decían los torerillos, era bravo, de pura casta y embestía "de bandera". "Vallito", pensaba que el jumento sería un éxito en las "pachangas", lo sujeto a una prueba de la que el animalito salió triunfante. Fué en la placita de San Bartolo, donde en presencia de un grupo de cronistas y aficionados se exhibió por primera vez la flamante cuadrilla. La "lidia" del burro-toro hizo desternillar de risa a los presentes, El espectáculo, brillante, exótico y gracioso a más no poder, prometía ser toda una sensación. Y "Vallito" y los "Pikaros" pasaron fatigas mil para transportar al burro-toro a la provincia, donde les aguardaban éxitos rotundos. Así fué. "Vallito" y sus "Charlots" triunfaban en toda la línea, mientras el burro-toro no hacía acto de presencia... porque con plaza Ilena, el jumento se negaba a embestir y atropellaba y coceaba peligrosamente. Y hasta entonces supo "Vallito", investigando el fenómeno, que al asno le espantaba el estrépito de la garrocha y toda clase de movimientos que tuvieran algo que ver especialmente con su lomo. Allá, en sus primeros meses de vida, un viejo torero que vivía por la colonia Narvarte lo había amaestrado con la ilusión de que algún día tuviera por dueño nada menos que al célebre cómico y torero bufo Mario Moreno "Cantinflas". Pero el viejecito murió y el burro fue la diversión de todos los muchachos y torerillos de la colonia. Alguna vez lo banderillearon "de verdad". Desde entonces el burro-toro nada quiso con los toreros. En San Bartolo, embistió quizá porque pensó muy filosóficamente, como buen jumento, que los cronistas habrían de hacerle una brillante reseña... 
A "Vallito" no le quedó más que deshacerse del animalito que sólo sacaba a relucir su belicoso temperamento para hacer estropicio y medio en los hoteles y posadas donde se alojaba la cuadrilla, Muy a su pesar llevó al asno al Circo Atayde. "Vallito" se esforzó por dar una exhibición taurina que dejara convencidos a los presuntos compradores. Mas a cambio de embestir unas cuantas veces, el burro rompió una docena de finas butacas. El señor Atayde propuso a "Vallito" comprar el asno como carne para los leones. ¡Aquello no podía aceptarlo "Vallito"! Como quiera, tenía algún cariño al animalito. Pero algo había que hacer: no podía volver a casa con el jumento. No había sitio posible para el inquieto pollino. Y caminando, caminando, tropezó con un indio que arreaba una manada de jumentos, "Vallito" casi le regaló el burro, más que nunca, porque había desdeñado gloria y buena vida para acabar como un burro cualquiera...
Y ahora "Vallito" sigue haciendo "El Bombero Torero", con más traza de emperador ruso por la impresionante catadura, recorriendo la provincia con sus bien vestidos "Pikaros", cumpliendo con la muy noble tarea de hacer reír a las multitudes y tejiendo la eterna ilusión de transformar algún anónimo "botones" en una figura del toreo que lleve botones de brillantes en la camisa...
Semanario La Fiesta, No. 183, del 13 de mayo de 1948.

jueves, 27 de noviembre de 2025

ARMANDO SALINAS

ARMANDO SALINAS CAVAZOS

Matador de novillos.
Nació en Monterrey, Nuevo León.
Debutó en Cadereyta, Nuevo León, el 7 de noviembre de 1982. Alternó con Ricardo Sepúlveda, Hernán Ondarza y el enmascarado Damien, con novillos de La Ronda.

martes, 25 de noviembre de 2025

DAMIEN

Torero que, ocultando su rostro con una máscara de luchador, se presentó en Cadereyta, Nuevo León, el 7 de noviembre de 1982. 
Lidió un astado de la ganadería de La Ronda y, según crónicas, no era ningún improvisado. 
Completaron el cartel los novilleros Ricardo Sepúlveda, y los debutantes Hernán Ondarza y Armando Salinas.

Información y fotos cortesía de Toros y Lucha Libre.



lunes, 24 de noviembre de 2025

MERCED GOMEZ (HIJO)

MERCED GÓMEZ ARÁMBURO

Hijo del matador de toros Merced Gómez.
Nació en Mixcoac hacia 1910.
Se conoce su historia en los cuadriláteros como boxeador y luchador, pero poco se sabe de su paso por los ruedos. 
El 11 de diciembre de 1927 lidió un quinto novillo de la ganadería de San Nicolás Peralta, en novillada llevada a cabo en la plaza de toros nombrada en honor de su padre en Mixcoac, Distrito Federal. En ese festejo, Agustín García y "Lalandita" despacharon mano a mano cuatro novillos de la ganadería antes citada.