JESUS SOLORZANO DAVALOS
"EL REY DEL TEMPLE"
Matador de toros. Nació en Morelia, Michoacán, el 10 de enero de 1908. Se vistió de luces por primera vez el 9 de mayo 1927 en Acámbaro, Michoacán. Alternó con Jorge Álvarez. Ganó la Oreja de Plata en la Plaza de toros El Toreo de la Condesa el 8 de septiembre de 1929. La disputó con José González "Carnicerito", Esteban García y Carmelo Pérez con novillos de Santín.
Alternativa
Fecha: 15 de Diciembre de 1929
Lugar: México
Plaza de Toros El Toreo de la Condesa
Padrino: Félix Rodríguez
Testigo: Heriberto García
Ganadería: Piedras Negras
Toro: "Cubano"
Alternativa (2)
Fecha: 28 de Septiembre de 1930
Lugar: Sevilla, España
Padrino: Marcial Lalanda
Testigo: Cayetano Ordóñez "Niño de la Palma"
Ganadería: Pallares Hermanos
Toro: "Niquelado"
Confirmación
Fecha: 6 de Abril de 1931
Lugar: Madrid
Padrino: Nicanor Villalta
Testigo: Joaquín Rodríguez "Cagancho" y Francisco Vega de los Reyes "Gitanillo de Triana"
Ganadería: Bernardo Escudero
Toro: "Espartero"
Debutó en Francia (Nimes) el 21 de junio 1931. Alternó con Manolo Martínez y Vicente Barrera con toros de Antonio Flores.
Se retiró del toreo el 10 de abril de 1949, en la Plaza de toros México. Alternó con Luis Procuna y Rafael Rodríguez, con toros de Matancillas.
Falleció en México, Distrito Federal. el 25 de septiembre de 1983.
Para conocer más del Matador de toros Jesús Solórzano:
El Rey del Temple.
Autora: Carmen Madrazo.
Año: 1993.
DINASTIAS TORERAS DE MEXICO. LOS SOLORZANO
Por ALCALINO
Publicado en "La Jornada de Oriente" el 13 de junio de 2011.
Los Solórzano Dávalos son originarios de Morelia, donde su familia gozaba de excelente posición cuando estalló la revuelta de 1910: entonces el padre perdió su hacienda y los jóvenes tuvieron que dejar la escuela y ganarse la vida de una u otra manera, amparados quizá en algunas de sus buenas relaciones de antaño. De momento, Jesús, el mayor, se colocó como telegrafista, pero ante la falta de mejores perspectivas decidió trasladarse a la ciudad de México, con la esperanza de ampliar su horizonte vital. Estaba destinado a fundar una estirpe de toreros de clase y elegancia superlativas.
(1908–1983)
Hombre de campo desde la infancia, Chucho se familiarizó pronto con el ambiente taurino de la capital, tanto que no cejó hasta verse anunciado como sobresaliente del Algabeño, matador sevillano que esa tarde se presentaba como rejoneador en El Toreo. Para sorpresa de todo mundo –incluido sin duda él mismo– resulta que tenía el toreo en la cabeza, y no tardó en convertirse en novillero puntero, ganador de la Oreja de Plata de 1929, disputada entre otros por Carmelo Pérez, el legendario hermano de Silverio. Esas credenciales le dieron acceso a una alternativa a todo lujo (Toreo, 15.12.29, cuando Félix Rodríguez le cedió a “Cubano” de Piedras Negras); pero, siguiendo los usos de la época, renunció a la misma para presentarse en España como novillero. Pronto se labró un cartel envidiable, con repetidos éxitos en Barcelona, Sevilla y Madrid –donde desorejó a un Miura poderoso y difícil– que lo condujeron al doctorado definitivo, tomado en la Maestranza de manos de Marcial Lalanda con “Niquelado”, de Pallarés (30.09.30). La confirmación madrileña fue en la corrida de Beneficiencia del 06.04.31, preludio de su apoteosis con “Revistero”, de Aleas, al que desorejó por partida doble (04.06.30). Un rápido apogeo que no fue capaz de sostener en posteriores campañas españolas. Pero en México se consagró como figura la tarde de su recordado faenón a “Granatillo”, de San Mateo (10.01.32). Y en años subsecuentes iría sumando a ese nombre inmortal los de “Cuatro Letras”, “Redactor”, “Leonés”, “Tortolito” –con el que bordó la quizá mejor tanda de verónicas de recibo que haya presenciado El Toreo–, “Brillante”, un punteño de imponente catadura, o los seis pavos de Zotoluca que triunfalmente estoqueó por cornada de Garza, con quien alternaba mano a mano (15.12.40). Ésa de 1940–41 fue su última gran temporada en la capital, aunque aún se dio tiempo para cuajar al nada fácil “Picoso”, de La Laguna, y sentar cátedra con un toreo quieto, cadencioso y profundo para triunfar al lado de Armilla y Manolete (16.01.46), antes de despojarse definitivamente del añadido en la Plaza México (10.04.49), siendo “Campasolo” de Matancillas el último toro que estoqueó.
El llamado rey del temple no sólo derramaba arte y distinción al bordar la verónica estatuaria o la chicuelina de manos bajas, también fue un banderillero finísimo y alcanzó sobresaliente conocimiento y dominio sobre los duros astados de la época. Pero entre que los toros le pegaron fuerte (en Puebla, en enero del 35, uno de La Trasquila le partió la femoral) y que, rico ya, tiraron mucho más de su voluntad el polo, su fastuosa residencia acapulqueña y las faenas de campo y tentadero en que era consumado maestro, se fue marginando de la lucha en los ruedos bastantes años antes de su retirada oficial.
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