ENRIQUE GARZA GONZALEZ
Matador de toros. Nació en Cadereyta, Nuevo León, el 11 de Agosto de 1967. Se presentó en la Plaza de toros México el 27 de octubre de 1985, con el novillo "Trigo Limpio" de la ganadería de Piedras Negras. Alternó con Eulalio López “El Zotoluco” y Fernando Arroy (hijo).
Alternativa
Fecha: 19 de Noviembre de 1989
Lugar: México
Plaza de toros México
Padrino: Mariano Ramos
Testigo: Jorge Gutiérrez
Ganadería: San Martín
Toro: "Pelotero II"
Foto: Arq. Armando Landín-Miranda.
NACE PARA SER TORERO
Publicado en el Periódico El Horizonte.
El 23 de Noviembre de 2014.
Por: El Cabrito Mayor.
De cuna humilde y críado bajo la figura materna, el diestro oriundo de Cadereyta Jiménez, a 25 años de su alternativa, conserva el carisma desde que inicios demostró en los cosos más importantes del país
Para aquellos a los que siempre les ha hecho ruido la pregunta si el torero nace o se hace, seguramente al conocer un poco los pasajes de la vida de Enrique Garza González, ésta quedará contestada, pues Quique, Enrique Garza, indudablemente, ha nacido para ser torero...
Nacido en cuna humilde, huérfano de padre apenas a los cuatro años y un mes cumplido, el pequeño Enrique, el de en medio del mayor, Lalo y el menor, Beto y su hermana Alicia, fue el más inquieto de la familia con la que se quedó su madre, la señora María de Jesús González ´Tuta´, quien de forma valiente, enfrentó a su destino siempre como una mujer luchadora, incansable, muy trabajadora, que llegó a lavar ajeno para completar lo que ganaba de su trabajo como conserje en el municipio para sacar a sus hijos adelante y poder convertirlos en hombres de bien.
Quizás fue su infantil inocencia la que cubrió los momentos amargos vividos por la repentina partida del su padre, Candelario ´Lalo´ Garza Campos, a quien una bala le destrozó el corazón, pero con la fortaleza y el carácter de su esposa ´Tuta´, esa partida no destrozó a su familia.
Poco fue el tiempo que Enrique pudo convivir con su padre, pero a pesar de los pesares, vivió una vida relativamente normal, humilde y atiborrada de carencias que siempre fue compensada por el gran amor y cariño de su madre y de sus tíos.
Críado en el barrio cercano a la plaza de toros, amigo de los amigos, hijo del pueblo, Enrique era un niño más de los muchos que convivían en las tardes luego de las labores escolares, en los solares, los llanos y las calles de Cadereyta. El chavalillo siempre fue muy inquieto, temerario, muy valiente y daba muestras de no tenerle miedo a nada.
Fue así que fácilmente Quique se posicionó como un líder natural de su grupo de amiguillos. Ese liderazgo lo ejerció en la auto denominada ´Pandilla del Moco Verde´, que lo mismo jugaban beisbol, que hacía travesuras infantiles por la calles del pueblo. Aunque estas travesuras siempre fueron sanas.
Cierto día, durante el año de 1978, Enrique, ya de 10 u 11 años de edad, es cuando aparece con la ´Pandilla del Moco Verde´ en la Plaza de Toros Cadereyta a jugar e imponer su desorden, donde todas las tardes entrenaba Isidro Garza Rodríguez, ´Chilo´, ´El Cade´ y Javier Leal, pues don Roque Díaz los acababa de abandonar pero los había dejado encarrilados en la formación taurina de su entrenamiento.
"Enrique siempre era el líder de los huercos que él mismo les decía la ´Pandilla del Moco Verde`-nos dice ´Chilo´ Garza- como quiera él era el que ponía el desorden y yo les decía: ´aquí se viene a entrenar, si no, ni se paren´. En ese tiempo llegaron otros chavitos ya mayorcitos y era a los que yo les dedicaba más atención para entrenarlos porque eran más comportados, pero como quiera se la hallaron y todos los días llegaba la ´Pandilla del Moco Verde´ de Enrique Garza con su raza".
Finalmente Enrique y su pandilla, lo que había empezado como un juego por curiosidad, se convirtió en un proceso de aprendizaje basado en la disciplina del maestro Chilo y comenzaron a entrenar. Un tiempo después, llegó la hora de demostrar lo aprendido, y Chilo comenzó a organizar unos festivales en la misma Plaza de Toros de Cadereyta con becerras rentadas en la ganadería de Santa Elena.
En aquel tiempo, don Tino Cantú, un prominente hombre de negocios jimenense, se acercó a Chilo para proponerle que en lugar de rentar becerras las comprara, pues él las pagaría a cambio de quedarse con ellas, después de que la "Pandilla del Moco Verde` las toreara y así poder iniciar la que fuera su ganadería de reses bravas, ´El Naranjo´.
Un día, un carnicero del barrio cercano a la plaza le comenta a Chilo: ´¿por qué no van con los Garza Nieto, para que les den chance de ir a torear?´... esta familia tenía un racho ganadero a unos seis kilómetros de Cadereyta.
Conseguida la ´chance´, era común ver a la ´Pandilla del Moco Verde´ a pie y los que podían en bicicleta andar en caravana hasta San Miguelito, para torear en el rancho de los Garza Nieto.
Eran 10 o 12 huercos lidereados por Enrique Garza los que recurrentemente acudían al rancho, hasta que un día, en voz del vaquero encargado se escuchó: "¡n`ombre!, yo quiero que mejor las monten porque ya me aburrieron con la toreada`... hasta ese día la ´Pandilla del Moco Verde´ acudió al rancho de San Miguelito, pues ellos no eran ´cowboys´, eran toreros.
Fue entonces que Chilo buscó a ´Beto El Manco´, el matancero del rastro municipal para pedirle chanca de torear y les dio la oportunidad de echar capa a todo lo que llegaba, pero a diferencia del rancho de los Garza Nieto, la toreada era en medio del muladar y los charcos de excremento y orines de los corrales.
Fueron muchas las ocasiones que fueron a torear al rastro Juanito Flores, Enrique Garza, y todos los muchachos integrantes de la pandilla, hasta que por culpa de un cerdo que se murió, el permiso fue cancelado.
Más o menos en ese tiempo hubo un festival que toreó una muchacha, hermana de Casimiro Pérez, y los ´sabios del callejón´ confundieron a la chica, la que presa de su misma impotencia por no poderle a la vaquilla, abandonó el ruedo con la siguiente consigna para los ´sabios´ aquellos: ¡haga lo que ustedes quieran!
Los otros chavales anunciados en el cartel tenían ya su vaca en los toriles y no había quien toreara la becerra que estaba en el ruedo, fue entonces que Chilo, ágil de mente, le dijo a Quique: ´¡venga!´... a lo que el chavalillo se brinca al ruedo, le pide permiso al juez, y ante el desconcierto y asombro de todos -pues era un niño conocido en todo Cadereyta-, la autoridad consiente que el chaval lo toree.
Ahí, esa tarde, nació Enrique Garza González, el torero. De inmediato, con muleta en mano, echó las dos rodillas en tierra y comenzó a torear a la becerra hasta el cansancio, la mató y le cortó las orejas. Triunfo clamoroso para el chaval.
Ramiro Luna, comerciante tablajero, tenía un hijo, Jaime Horacio, que quería torear pero no había alguien de su edad con quién ponerlo, entonces ahí también nace el interés de Luna por el chaval Enrique Garza. Fue así que Quique empezó a torear mano a mano con Jaime Luna en festivales taurinos y poco tiempo después apareció Alberto Galindo ´El Geno´, que fue cuando esta tercia de niños comenzaron a llenar la legendaria plaza de toros jimenense.
Enrique siempre dio muestras de un valor temerario, algún día reconoció que los pasos que le hicieron llevar a la ´Pandilla del Moco Verde´ a la Plaza de Toros de Cadereyta estaban cimentados en la admiración y los triunfos que le vio a Mario Escobedo "El Regio`, el novillero del momento en aquel tiempo que, con la anuencia de su apoderado Pepe Carlos Martínez, permitían el ingreso a todos los niños sin necesidad de estar acompañados por un adulto a la plaza de toros.
"A lo mejor de estos huercos, sale una figura del toreo", decía Pepe Carlos.
Enrique desde muy chico siempre mostró una capacidad nata para entender las condiciones de sus enemigos, por lo que su paso como niño torero fue plagado de triunfos resonantes en cuanto lugar se presentaba.
El vasto conocimiento que adquirió como niño torero, hicieron que su debut como novillero se diera apenas a los 14 años de una manera histórica: encerrándose con cuatro novillos de San Antonio de Triana en su natal Cadereyta y dándose el lujo de indultar a uno de ellos.
La vida económica era muy difícil para su familia, pero desde un principio la primera vez que toreó, al dar la vuelta al ruedo le aventaron un dinero y el chavalillo se dijo: ´aquí está lo bueno´ y en su infantil inocencia todo mundo se le acercaba y le regalaban bicicletas o juguetes, pues era toda una personalidad y la gente lo quería mucho.
A partir de su debut como novillero comenzó a torear con recurrencia por toda la república y a partir de ese momento comenzó a ganar dinero y a cobrar fama, pero él nunca dejó de ser el mismo travieso, sencillo, humilde y ahora, un torero hijo del pueblo.
Hace su debut de novillero en el año de 1985 en la Monumental México, luego de haber recibido una cornada un poco antes en La Florecita. Luego de su debut, su carrera cayó en un bache en el que siguió luchando por salir, logrando llegar a torear en el interior de la república poco más de 80 novilladas, para cuatro años más tarde volver en la temporada 1989 a La México y ´armar un taco´ con ´Maño´, de Rancho Seco, de 480 kilos, y terminar como el triunfador de la temporada chica.
Manolo Martínez decía que Enrique era un gran torero y su intención era darle la alternativa, pero por un accidente que tuvo no pudo otorgarle los trastos al jimenense. Al cartel de su alternativa, el 19 de noviembre, que fue la inauguración de la temporada 1989 de La México, entró en sustitución otro padrino de lujo, Mariano Ramos y como testigo Jorge Gutiérrez, además de Ramón Serrano a caballo para torear siete de San Martín. ´Pelotero´, de 536 kilos, fue el de la alternativa, al que le tumbó la oreja y a ´Soñador´, su segundo del mismo peso, le pudo cortar las dos.
A partir de ese momento, Enrique comenzó a alternar con figuras, pero a la vez a convertirse en un torero incómodo para todos. Sus sobradas facultades, la aparente facilidad en su técnica taurina, la sencillez de su personalidad torera, su gran valor, su temeridad, su arrojo, su carácter, su gusto por el buen toreo y sus triunfos le han dado el vuelo en su carrera de sumar poco más de 400 corridas toreadas y alternar con todos los toreros, figuras y toreros del grupo especial, del segundo y tercer grupo desde los últimos 25 años para acá, solo que por cosas del destino, con quien nunca pudo alternar fue con quien originalmente sería su padrino, Manolo Martínez.
Toreó con Cavazos, con Mariano, con Rivera, con Miguel, con Silveti, con Arruza, con Gutiérrez, con ´Zotoluco´, ´Joselito´, ´El Cejas´, ´El Payo´ y las nuevas generaciones y hasta con los las figuras españolas del momento como Manzanares y ´El Capea´ en el universo taurino de sus 25 años. Enrique es un torero que da, que no se deja ganar la pelea por nadie y nunca lo ha permitido, es un torero que aprieta y aprieta fuerte.
Y ese quizás, ha sido el problema en su carrera. La aparente facilidad de su técnica y la sencillez con la que conecta con el público, le ha perjudicado. Eso que lo hace ver muy fácil, que hace que no se vea apurado, quizás es lo que haya influido en su carrera no llegar a los niveles que se esperaba.
Conociendo a Enrique desde que él era más chaparrito que yo, hoy, a sus 25 años de alternativa, con una madurez profesional que espanta, el orgullosamente jimenense hijo del pueblo, aún tiene mucho que ofrecer porque nació, sin duda alguna, para ser torero por el resto de su vida.
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