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viernes, 18 de mayo de 2012

INES HERNANDEZ "EL CUATE"

Banderillero de toros nacido en San Luis Potosí. Casi siempre colocado en la cuadrilla de su paisano, el matador de toros Pedro Nolasco Acosta. El 15 de julio de 1888 se celebró una corrida en la plaza de toros "Del Montecillo" de San Luis Potosí, en donde mano a mano torearon Pedro Nolasco Acosta y Joaquín Artau con toros de la ganadería de Santiago. Al intentar poner un par de banderillas al quiebro, el toro le cogió de tal gravedad que falleció a los tres días.

TORERO MUERTO.- El domingo último tuvo lugar una corrida de toros en la plaza del Montecillo, dedicando sus productos al socorro de los inundados de León. Era la última corrida que se daba en esa plaza, porque va á ser destruida para el paso de la via ferrea, y la cuadrilla trabajaba sin estipendio, contribuyendo así para la obra de caridad. Los toros eran de Santiago y estaban despuntados. Al tocar á banderillas en el cuarto toro, quiso Inés Hernández (a) el Cuate, poner un par al quiebro, pero el bicho no hizo por él. Fuése á la res, tampoco embistió y hubo un momento en que el diestro quedó á un metro de distancia: arrancóse el toro y el hombre no pudo salirse y fué enganchado por la cintura durando algunos segundos colgado de las astas, lo arrrojó al suelo, volvió á cogerlo y repitió esto dos o tres veces hasta que llegaron los demás toreros. Aunque las embestidas habían sido tremendas se levantó Inés y fue por su pié hasta la barrera, razón porque el público creyó que la cogida había sido sin consecuencias. Conducido á la enferemería se vió que estaba herido de gravedad pues el cuerno había sido introducido por el recto, á bastante profundidad. El pronóstico de los médicos era de muerte y en efecto hoy falleció el simpático diestro á las seis de la tarde.
Era Inés un torero antiguo, valiente, sereno y humilde. Por más de veinte años toreó en San Luis ganado de Guanamé y de las mejores Haciendas saliendo ileso siempre para morir en las astas de un toro de pocas  condiciones, despuntado y en la última corrida verificada en la plaza donde oyó tantos aplausos. Deja una familia hundida en la pobreza y como todo el mundo ha sentido su muerte creemos que nadie negará su auxilio para esa familia, si alguien abriese uns suscreición en su favor.

Publicado en "El Correo de San Luis" del 17 de julio de 1888.

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