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viernes, 24 de junio de 2016

LUIS FRONTANA

Banderillero de toros. En la primera década del siglo XX actuaba en la cuadrilla de Carlos Lombardini y Pedro López, y en ocasiones fungía como sobresaliente y estoqueaba algunos astados.

Artículo publicado en el semanario Los Toros del 25 de mayo de 1910.

LA JUVENIL MEXICANA
SU PERSONAL.

Somos verdaderos esclavos de la imparcialidad y como fieles cronistas, debemos reconocer el valor que para la fiesta nacional tienen las cuadrillas de la juvenil mejicana.
Es el arte de los toros terreno abonado para sembrar odios y rencores, alabanzas y censuras; pero al mérito le sucede lo mismo que al oro de ley: no logran morderle los ácidos, y en la piedra de toque, que en el toreo es el ruedo, da siempre sus quilates.
La afición madrileña ha reconocido en los toreros que integran estas cuadrillas excepcionales condicíones. 
Crescencio Torres, Luis Frontana, Avila, Ribera, Refugio Pérez y Martínez, además de ser superiores banderilleros, son excelentes peones de brega.
Manejan el capote con soltura y lo emplean cuando las necesidades de la lidia lo exigen. Están siempre colocados en su sitio para recoger á los enemigos en los momentos precisos. No estorban nunca á los espadas y cuando intervienen en la faena del matador es con verdadero conocimiento de causa.
Los de á caballo, Arturo y Ramón Frontana, Martínez y Esparza, son igualmente notabilísimos.
La suerte de varas la ejecutan con arreglo á cánones; se colocan bien y pronto, manejan ambas manos á un tiempo y mientras con la garrocha cogen los altos, con la izquierda mandan á la cabalgadura, resultando que siempre ó casi siempre caen bien, entregando á los toros muy pocos jacos.
El puntillero, Castelán, es un especialista; toro que dobla las manos no vuelve á levantarse.
Lombardini y Pedro López aprendieron bien el manejo de capa y muleta, y es de esperar que con el estoque se entrenen pronto. 
El primero de los citados matadores es un aficionado de siempre. Desde niño mostró su predilección por el arte, y ya que en la República mejicana no resultaba tan fácil como en España dedicarse de lleno á la profesión, consiguió un destino en la plaza de toros de la capital para ir estudiando en teoría lo que luego en la práctica habría de perfeccionar.
Tiene defectos, qué duda cabe, pero como le sobra afición, no es difícil predecir que será en plazo no lejano un buen matador de toros. 
Las indecisiones que hoy se le notan en el momento supremo no son nacidas del miedo, pues nunca pierde la cara de los enemigos; esa indecisión es falta de perfeccionamiento, es lo que se dice en la jerga profesional “que no ha cogido la muerte de los toros”.
Pedro López tiene sobre su compañero esta ventaja: maneja mejor los brazos entrando á matar, es decir, cruza bien, y, como consecuencia, le resultan las estocadas mejor puestas. 
No quiere decir esto que esté ya en la cúspide, pero es, á nuestro juicio, de la madera de los buenos.
El conjunto de estas dos cuadrillas repetimos que es excelente y de un sabor clásico muy agradeble. 
Fueron maestros de la juvenil mejicana el banderillero sevillano Manuel Feria y el matador apodado el Gaditano, que acompañan á sus discípulos por los cosos españoles.
Asegúrase que  Carlos Lombardini y Pedro López han hecho las gestiones necesarias para tomar la alternativa de matadores de toros dentro de muy breve plazo, y hasta se señala la fecha.

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