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domingo, 17 de marzo de 2019

JESUS ARIAS

JESUS ARIAS MONTES

Matador de novillos. 
Nació en Atoyac, Jalisco, el 10 de octubre de 1928. 
Toreó por primera vez en público en 1946. 
El 6 de marzo de 1955 se presentó en la Plaza de toros El Progreso  de Guadalajara, Jalisco, alternando con Alfonso Lomelí y Jorge Carrillo "Chavalillo" con novillos de la ganadería de Los Lobos, propiedad de don Alfonso Franco. Cortó una oreja.
El 15 de mayo, ante un lleno, hizo el paseíllo en el mismo coso acompañado de José Ramón Tirado y Alfonso Lomelí para lidiar novillos de Presillas. 
Repitió el 19 de mayo alternando con Paco Castro y Emilio Rodríguez con novillos de San José de Buenavista. Cortó una oreja a cambio de una cornada en muslo derecho.
El 6 de noviembre actuó al lado de Óscar Rivera y Antonio Gómez lidiando novillos de Cerralvo. El último de la tarde, de nombre "Aragonés", le partió la femoral derecha. Cornada gravísima que puso en peligro su vida y acabó con su carrera taurina.
Falleció el 21 de octubre de 2023.

JESÚS ARIAS
Por Conchita Cintrón.

     Corría la década de los años 40 y el jovencito Jesús Arias abrigaba una sola ambición: ser torero. Acompañado de su ilusión y armado con sus trastos, anduvo por el sendero de los maletillas. Para subsistir trabajaba como ayudante de su padre, remendando calzado.
     En los Altos de Jalisco se daban muchas capeas, conocidas como "chonadas" o "novenarios", donde el ganado lidiado eran moruchos, con hartos kilos y escasa bravura. Chucho Arias fue aprendiendo a defenderse y lucirse dentro de lo posible. Fueron tiempos difíciles, ya que el empresario de su tierra natal -Guadalajara- sólo anunciaba triunfadores en "El Toreo" de México, y aquella plaza capitalina le estaba vedada a los desconocidos. Era, pues, un círculo vicioso.
     Así las cosas, hasta que se produjo un incidente que cambiaría radicalmente la vida del torerillo. El y algunos compañeros de aventuras veían una novillada postinera, cuando cayó un aguacero, de esos que solamente caen en Guadalajara. El atardecer se cubrió de nubes y hubo de prenderse las luces del coso, mientras los espectadores que no abandonaron la plaza, buscaron refugio debajo de arcos y tendidos, esperando la decisión del juez. Dadas las circunstancias, éste no tardó en suspender el festejo. Chucho Arias aún hoy se emociona al recordar esos momentos.
     "El ruedo estaba encharcado", me relató Chucho Arias, "y sólo en los medios remolinaba el novillo. ¿Recuerda usted aquel farol enorme colgado en el centro de la plaza? Pues el viento lo fustigaba y el novillo, mirándolo tras él de lado a lado. Era un espectáculo impresionente, y al verlo sentí que había llegado mi oportunidad. Dando saltos bajé desde lo alto del tendido al callejón para pedir una espada. Pero nadie quiso prestarme lo que fuera. Entonces salí al ruedo desarmado, y ante mi súplica Manolo Barbosa, el novillero en turno, me cedió sus trastos".
     Momentos después el maletilla salía del anonimato. Pobremente ataviado, empapado hasta los huesos, sin oropeles, ni banda, ni autoridad que presidiera, el jovencito emocionó al público con su talento y su deseo de ser. La gente regresó al tendido para corearle, y cuando se fue tras la espada, con resultados espectaculares, esa misma gente, indiferente al aguacero, se tiró al ruedo para levantarle en hombros.
     En vista de tal éxito, nuestro querido amigo y empresario Nacho García Aceves, no tardó en darle al torerillo las ansiadas oportunidades, con las que se convirtió en flamante novillero.
     Pero en la fiesta el elemento "non plus ultra" es el toro. Y fue precisamente aquel elemento -el toro- que una tarde de esas se interpuso en el camino del torero infiriéndole una cornada que sería decisiva. Viendo la gravedad del percance, el experimentado médico de plaza Dr. Mota Velazco, saltó al ruedo, y corriendo al encuentro del novillero herido, logró sujetar entre los destrozos de la cornada, la vida que se escapaba.
     Dentro del modesto quirófano de la vieja plaza , y auxiliado por el Dr. Pérez Lete, teniendo como anestesista al Dr. Baruqui, el Dr. Mota Velazco realizó el milagro de salvarle la vida al muchacho que llegó sin conocimiento y ya pálido de de muerte. Para esto le pusieron varios litros de sangre donada por sus amigos maletillas y espectadores angustiados que bajaron del tendido.
     Días después, ya más tranquilos con el estado general de su paciente, los médicos decidieron estudiar la causa del dolor que persistía en el tobillo del paciente. Y cuál no sería su angustia al descubrirle múltiples fracturas, siendo de tal gravedad la lesión que de inmediato se diagnosticó la invalidez del torero.
     El Dr. Mota Velazco, hombre extraordinariamente humano, ilustre Catedrático de las dos Universiades de Guadalajara -que jamás cobró por su enseñanza- se reunió con Nachito García Aceves en busca de una solución para el futuro del novillero. De allí nació la idea de un festival benéfico con magníficos resultados. Pero los cuidados del médico fueron más lejos: obtuvo un  fideicomiso, que él también firmó, para manejar el dinero del inexperto joven.
     Chucho Arias no había tenido tiempo para estudiar ni la primaria, pero instigado por el Dr. Mota Velazco, decidió hacerlo por la noche, utilizando algo de su dinero en un pequeño negocio donde siguió remendando zapatos. Terminó la primaria con 25 años cumplidos. "Me cohibía mucho", reconoce siempre al relatar su vida, "... ya era un hombre hecho y derecho y estudiaba con niños". Pero Chucho siguió adelante. Terminada la Preparatoria le confesó al Dr.Mota Velazco que deseaba ser médico. Siguió sus estudios y al poco tiempo su bienhechor le dio un lugar en la enfermería de la plaza. A los 40 años de edad, Chucho Arias se doctoró en medicina, pasando a ser asistente del médico de plaza.
     Hace 23 años que Jesús Arias da cátedra en la Universidad de Guadalajara. Sin embargo, aquel médico cirujano sigue con el pensamiento en sueños de otrora. Apoyado en sus muletas, caminando con dificultad, la cabellera ya muy canosa, el Dr. Arias es un benemérito de la medicina. Cuando le llega al oído que habrá una capea, o una novillada sin enfermería en un lugar lejano, allá va él, solo por montes y valles para estar "al quite" de sus antiguos compañeros. Y viéndole caminar por tales sitios, como me ha tocado a mi, sé que a pesar del tiempo y el triunfo que significa alcanzar lo que ha logrado, Chucho Arias aún cambiaría, si pudiera, su negro maletín de cuero... por una mochila rota, cargada de ilusiones, de cualquier maletilla con alma de torero.
Lisboa, junio 1996.
Periódico El Informador, del 2 y 3 de julio de 1996.

12 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Aun vive? Era mi cliente hace 20 años.

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    2. Mi amigo y compañero lo admite y lo quise descanse en pa z

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  2. Le conoci en Autlan De La Grana.
    Y el apadrino la escuela taurina de ahi , Gracias a la peña taurina de Autlan, y Al Sr Guicho Santana, gran amigo y mejor persona.dios este con este hombre que dedica su tiempo a salvar vidas.dios lo bendiga.

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  3. Mi mama se hiso novio de Jesus Arias despues de su accidente, en 1956,

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  4. Mom became his girlfriend after his accident in 1956

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  5. Es mi padrino y lo digo con mucho orgullo es un gran señor, de esos que no se ven a menudo. Pocos como el !!! Atte. Néstor Márquez

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  6. Mi maestro en la facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara; lo recuerdo con afecto.

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  7. Dr. Héctor Javier Soltero Villela2 de octubre de 2022, 18:27

    Yo era un niño y mi abuelo me llevaba al "Progreso" . Me tocó ver la cornada y el festival a su beneficio. Muchos años después estuve como médico auxiliar en la enfermería y lo saludé. Mota Velasco me dió clases. El Dr. Chucho Arias ya murió.

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  8. Atendió el parto que me trajo a este mundo en 1975

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  9. Al Dr. Chucho lo recordamos con afecto, falleció el 21 de octubre de este 2023, quienes le conocimos como maestro le admiramos esa energía que siempre tuvo para todo lo que hacía, médico excelso de manos habiles y muchos pero muchos conocimientos, trascendio a nuestras vidas mas allá de la medicina pues era ejemplo de fortaleza ante la adversidad, Descanse en Paz dr. Dios no lo tenga haciendo tientas en el cielo, pues como bien lo dijo usted mismo, torero, torero, ¡mil veces torero!.

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