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domingo, 30 de noviembre de 2025

CAYETANO LEAL "PEPE HILLO"

CAYETANO LEAL ARANAZ

Matador de toros y banderillero.
Hijo del matador de toros del mismo nombre, sobrino de Eduardo Leal "Llaverito", y padre de Curro Leal.
Nació en Madrid, España, el 28 de julio de 1909.
Se presentó en la Plaza de toros El Toreo en 1928.
Se presentó como novillero en Madrid el 24 de agosto de 1930. Alternó con Martín Agüero, Juan Valenciano y Manuel Fuentes Bejarano con novillos de don Rafael Lamamie de Clairac.
Tomó la alternativa en Soria, España, el 3 de octubre de 1930 de manos de Luis Fuentes Bejarano, con Heriberto García como testigo. El toro de la ceremonia se llamó "Lechuguino" (#18, negro) de Patricio Sanz.
Debutó en México como matador de toros en la Plaza de toros El Progreso de Guadalajara, Jalisco, el 2 de noviembre de 1930. Alternó con Edmundo Maldonado "El Tato" con toros de Calderón.
Falleció en México, Distrito Federal, el 23 de mayo de 1989.

EL CASO DE PEPE-HILLO
Por Arelia

HACE unos días, urgando viejos papeles. encontré un ejemplar semanario "El Eco Taurino" con fecha del 25 de septiembre de 1928. Hojeando sus páginas me llamó la atención un artículo que firma Armando de María y Campos, intitulado "El Maravilloso Capote de Pepe Hillo". El párrafo inicial dice: 
"Han pasado quince días del rotundo éxito de Cayetano Leal "Pepe-Hillo" y no se habla en México de otra cosa que de los maravillosos lances del sobrino de "Llaverito", de la nueva forma -en México- de hacer lances con el capote llevando las manos muy bajas y toreando muy despacio. Nosotros le preguntamos al joven torero de Tacuba: - ¿Cómo se le ocurrió a usted torear con las manos tan bajas y con esa lentitud que de no verse no se crayera?”
Aquí el escritor transcribe la respuesta del torero, que no reproducimos por demasiada amplia, pero que en síntesis es esta: "Mi tío "Llaverito" me contó que en España habla visto a un torero recién aparecido, "Cagancho", que toreaba muy despacio y con las manos muy bajas al hacer la verónica y que esa nueva modalidad había provocado grandes escandaleras en todo sitio donde toreaba el gitano. Yo me entusiasmé y le dije a mi tío que iba a intentar torear en tal forma. "Necesitas parar mucho y traer muy bien toreado al toro", me advirtió "Llaverito". Pues yo voy a hacerlo, insistí. Y ya ve usted, lo hice “.
Breve y elocuente es el párrafo final:
 "Lector: como ha toreado "Pepe-Hillo" - como dicen que torea "Cagancho", muy señor nuestro, que aún no conocemos- no habíamos visto torear nunca en México".
Por lo que dos cosas saqué en claro, después de leer el interesante articulo: que "Pepe-Hillo" fué el primer torero en México que toreó con las manos muy bajas y que desde esa época se le consideraba mexicano, toda vez que el cronista lo llamaba "el torero de Tacuba".
Por la fecha del artículo podrá usted, lector amable, constatar que el aludido "Pepe-Hillo" es el actual banderillero que responde al nombre de Cayetano Leal y que por obra y gracia de una disposición, que nos parece a todas luces injusta de la Unión de Subalternos, ha sido cesado, junto con otros tres compañeros, en el ejercicio de su profesión como consecuencia o "reflejo", pudiéramos decir, del conflicto taurino hispanomexicano.
Así es que sólo esperaba una oportunidad para charlar con el sobrino de "Llaverito" y que él mismo me aclarara algunos puntos del artículo tantas veces mencionado, que yo encontraba un tanto confusos por coincidir la época en que fue publicado con mi transitorio alejamiento de la fiesta y su ambiente.
La oportunidad no tardó en venir y en días pasados sostuve interesante charla con Cayetano. Le pregunté, entre otras cosas, si su padre del mismo nombre y alias tenía algún parentesco con el primer célebre "Pepe-Hillo" que existió en España.
-Ninguno- me aclaró Cayetano- lo que pasó fué que mi padre se presentó en Madrid en una corrida "goyesca” y estoqueó "recibiendo" dos toros rejoneados. Esta circunstancia y la indumentaria que vistió en esa ocasión, fueron sobrados motivos para que los cronistas lo apodaran "Pepe-Hillo", influenciados, seguramente, por el el recuerdo del célebre José Delgado "Hillo” que existió en los tiempos de Goya y a quien suprimieron su primer apellido y cambiaron el José por Pepe.  
- ¿A qué edad llegó usted a México?
- A la muy tierna de cinco meses de nacido. Yo nací en Madrid el 28 de julio de 1909. En noviembre de ese año mis padres pisaron tierra mexicana. Así es que las cuentas son breves y clarísimas: cinco meses de edad!
- ¿Era primera vez que venían aquí sus padres?
- Mi padre ya había hecho un viaje anteriormente. Aquí se hizo torero iniciando su carrera, ya con formalidad, como banderillero de Ponciano Diaz. Más tarde se hizo matador de toros. Regresó a España y en Madrid le confirmó la alternativa Luis Mazzantini. Cuando volvió a México fue que me trajo. Aquí nacieron otros dos hermanos míos.
- ¿Cuándo visitó su país de origen? 
- Figúrese, hasta cumplidos los veinticuatro años. Aqui me crie, aquí me inicié y me hice torero, aquí me he ganado el pan, he sufrido y gozado. ¡Si me siento tan mexicano como el que más!
- ¿Por qué lo llamaban "el torero de Tacuba"?
- Porque me crie por aquel rumbo y empecé a ensayar en el rastro de esa municipalidad. En esa época se iniciaron también David Liceaga, el "Negro" Muñoz, el difunto Alberto Balderas y otros. Mi padre y mi tío "sacaron" a Juan Espinosa "Armillita I", ahora una de las primeras figuras de la torería subalterna. También recuerdo al "Tato I", que por cierto debutó armando una escandalera de las grandes en el antiguo "Toreo".
- ¿Cuándo se presentó usted en esta plaza?
- En la temporada de verano de 1928. Antes había toreado en Tacuba con éxito, así es que cuando debuté en la plaza de la Condesa tenía algún cartel. Entonces toreé mi primera corrida de casta y en cuanto ví la ocasión, esto es, que me embistió franco un toro, eché las manos abajo, "me quedé quieto" como hoy se dice y tiré del toro con suavidad, despacio, con temple. La reacción del público todavía la tengo muy presente. No cabe duda de que el público mexicano es muy sensitivo y tiene una gran comprensión del arte en todas sus manifestaciones. No vea usted lo feliz que estaba mi tío "Llaverito", porque dudaba de que yo pudiera hacer lo que él vió en España hacer a "Cagancho". Por supuesto que la prensa me elogió muchísimo y me hicieron varias entrevistas en los principales diarios y revistas de aquella época.
- ¿Su impresión personal de ese momento "novedoso y distinto"?
- Una impresión indescriptible: ver, sentir pasar la mole del toro lento, muy lento muy cerca de uno, es algo que no se puede explicar por lo mismo intenso y emotivo. Yo creo que el temple, adaptado al toreo por abajo, es la culminación, el perfeccionamiento, el clímax del toreo. Que ya no se puede ir más allá, vamos...
- ¿Repitió con frecuencia la hazaña o, mejor dicho, esa nueva modalidad de torear?
- Si, en algunas ocasiones, porque no siempre las condiciones de los toros lo permitían. Obvio es decir que para hacer esa clase de toreo se necesita que el toro sea franco, claro, boyante. Además de que uno tiene que "sentir" cierta gana, cierto impulso, armonía, coordinación física y espiritual para lograr esos momentos de perfección taurina. Crea usted que si fuera cosa fácil y accesible a cualquiera, todos los toreros seríamos figurísimas del toreo.
- ¿Cuánto tiempo toreó como novillero?
- Seis años.
- Que ahora se antojarían seis siglos. Vivimos una época tan veloz, que los años se substituyen por días. Ahora un novillero con seis novilladas toreadas puede aspirar a la alternativa.
- Es cierto que vivimos, como usted dice, una época de velocidad. Pero yo creo que en cualquier época el torero debe ir por sus pasos contados. Bien difícil y peligrosa es la profesión, y las precipitaciones en ella nunca han dado buenos resultados. Yo creo que arte y velocidad no compaginan.
La aseveración de "Pepe-Hillo" me ha dejado pensativa. "Arte y velocidad no compaginan". Y no sé por qué, pero pienso en "Joselillo", en su arte majestuoso y severo que mil circunstancias, casi todas ellas adversas, lanzaron por rutas de vértigo, de relámpago...
Reanudo el interrogatorio:
- ¿Dónde y cuándo se alternativó?
- En España, a donde marché el año de 34. Tomé la alternativa en Soria el 6 de octubre de ese año. Mi padrino fué Luis Fuentes Bejarano y como testigo fungió Heriberto García. Los toros fueron de Félix Suárez.
- ¿Hubo suerte? 
- Bastante. Le corté las orejas a mis dos toros. Después toreé por la provincia, siempre con el pensamiento puesto en regresar a México para el invierno y con el orgullo de haberme hecho matador de toros. Cuando nuevamente me encontré aquí me hablaron para que me presentara en "El Toreo". Acepté, encantado, pero antes quise torear fuera para preparar lo mejor posible mi debut en la gran plaza. Y el panorama cambió... vinieron las duras... toreando en Guadalajara tuve que vérmelas con un toro que había herido al "Tato". Al pasarlo de muleta me alcanzó, infıriéndome una cornada en el vientre, que me echó a la cama para un rato largo. Tardé en recuperarme, así que ya no me presenté en "El Toreo" y toreé alguna que otra corrida. Me sentía mal de facultades, "huído", en fin, no las traía todas conmigo. Como no llegaban a España noticias mías, ni había hecho publicidad previa,  cuando volví por aquellas tierras nadie se acordaba de mí... tuve que renunciar a la alternativa, me esforcé cuanto pude y me arrimé de verdad. En esta forma logré torear 30 novilladas en ese año, el de 1935. Las cosas marchaban tan bien, que hasta pensé en una segunda alternativa. En eso "Dominguín" me habló para que matara, yo solo, seis toros en Tetuán, el 7 de septiembre. Acepté, me encerré con aquellos "angelitos" de Pacheco, una ganadería salmantina que por cierto hacía su presentación, aspirando a vacada de cartel. El quinto toro -quinto también fue aquel del "Tato" en Guadalajara, por lo que para mí es un cuento aquello de que "no hay quinto malo"- me dió una cornada grave en la pierna derecha, que echó a rodar todos mis proyectos, todas mis ilusiones, porque tardé en recuperarme y quedé algo "fallo" de facultades.
Ahora es Cayetano el que se queda pensativo, la mirada vaga, el espíritu ausente. Tal vez él no se da cuenta del suspiro largo y hondo que expande su pecho. En él va la cosa lejana, amarga y siempre recordada, del torero que por esto o por lo otro no llegó a ver realizadas sus aspiraciones. Interrumpo la meditación del torero:
- ¿Y después?
- Después... decidí cambiar el estoque por las banderillas. Había que vivir... 
En 36 me incorporé a la cuadrilla de Silverio Pérez, pero vino el boycot contra los mexicanos y después la guerra civil. ¡Lo que sufrí entonces! Sólo tenía un pensamiento: regresar cuanto antes a México.
Pero no pude hacerlo hasta terminada la guerra. 
Cuando volví aquí me sentí otro hombre, porque casi, casi, yo me había muerto varias veces… ¡Ah, las guerras!... 
Por hecho y por derecho yo era mexicano, pero había que legalizarlo. Así que tan pronto pude, me nacionalicé y ya soy en toda forma hijo de esta bendita tierra, de la que no me iré como no me echen y si me echan tendrán que hacerlo a empujones.
- Pero, entonces; no se explica por qué la Unión lo ha "vetado" a usted.
-Yo tampoco me lo explico, ya que mi ciudadanía mexicana la ha reconocido la Directiva de la Unión; pero yo no puedo olvidar que soy o que fui miembro de esa Unión y que debo aceptar sus fallos, cuando menos por disciplina. Yo respeto cuanto resuelva ella y me someto a sus decisiones, aunque lesionen mis intereses y mi profundo cariño a esta tierra en la que me hice hombre y torero y he visto crecer a mis hijas.
- La pregunta que voy a hacerle es indiscreta. ¿De qué vive usted? ¿Qué es lo que piensa hacer?
-Trabajo y trabajaré en lo que pueda, en lo que sea. Sí, trabajar, que es al sagrado derecho que nadie puede quitarnos. Ahora que cuando se es torero -añade Cayetano-, triste, pero firme, convencido- sólo se piensa en torear. He hecho gestiones para ir a Suramérica: mucho "papeleo y un buen fajo de dólares. ¿De dónde los saco? Lo curioso es que aquí no puedo torear porque soy español, y en España tampoco porque soy mexicano. ¿Es que no “hablan” los papeles? ¿Qué me queda, entonces? Tengo un hogar, esposa, dos niñas ¡y nada!, trabajar… y esperar. Quizá algún día vuelvan a arreglarse las cosas y cambie la suerte…

ooo

Otra vez los ojos verdes de "Pepe-Hillo" miran vago, lejano. Otra vez los recuerdos, el espíritu ausente. Su mano fuerte, que va encalleciendo a no sé qué duro trabajo, lleva a los labios la pequeña taza con café. Bebe unos sorbos y observo un rictus en su semblante. ¿El amargo del café o la pena amarga, punzante?
Se queda silencioso en tanto yo pienso muchas cosas... Quizá en el caso de "Pepe-Hillo" han pagado justos por pecadores: que la disciplina se ha aplicado tan estricta como injustamente: "O todos rabones o todos colones", quizá... Más lo cierto es que el asunto tiene cola, larga "cola"... pero tal vez algún día -como dice Cayetano- se arreglen las cosas y cambie la suerte...
Semanario La Fiesta, No, 612, del 12 de noviembre de 1947.

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