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miércoles, 24 de marzo de 2010

ALBERTO ZAYAS "ZAYITAS"


ALBERTO ZAYAS VARGAS

Matador de toros. Nació en el estado de Puebla en 1893.

Alternativa
Fecha: 14 de Julio de 1895.
Lugar: Toluca, Estado de Mexico
Padrino: Carlos Borrego "Zocato"
Testigo: Mano a mano
Ganadería: Atenco

También fue picador de toros.

Alberto Zayas.
Por: Don Justo.
“El Enano” del 5 de junio de 1910.

De actualidad puede considerarse la biografía que hoy ofrecemos a nuestros lectores, por tratarse de un aplaudido espada mejicano que, a pesar de la práctica que posee en su arriesgada profesión, no ha trabajado aún en ninguna plaza de toros de España.
Alberto Zayas nació en Méjico el año 1873, siendo sus padres los distinguidísimos señores don Juan Zayas Guarneros y doña Guadalupe Vargas. Después de una esmeradísima educación, tan buena como les permitía la excelente posición sus padres, Alberto estuvo empleado en grandes compañías americanas , entre ellas “Express Wells Fargo”, “Singer”, “La Mutua”, pero llevado por la afición al arte de Cúchares abandonó por completo toda clase do trabajos, y sobreponiéndose a  los cariños paternales, se dedicó de lleno a tan arriesgada profesión; y tras un largo aprendizaje en cerrados y plazas, recibió la investidura de matador de toros de manos del valiente en aquellos tiempos espada sevillano Carlos Borrego “Zocato” en la de Toluca, Estado de Méjico, en el año 1895, lidiándose toros de la ganadería de los Sres. Barbabosa, de Atenco, y obteniendo un ruidoso triunfo.
Desde la indicada fecha hasta la actualidad, Zayas ha sido el espada mejicano que después de Ponciano Díaz más ha toreado en su país, habiendo alternado con “Cuatrodedos”, “Ecijano”, Francisco Carrillo, “Gorete”, “Colorín”, “Caro chico y grande”, Manuel Cervera, “Silverio chico”,  Camaleño, Cheché, “Agualimpia”, “Pipa”, “Potoco”, Palomo, Félix Robert y el referido  Ponciano Díaz, no haciendo mal papel al lado de estos diestros, sino por el contrario escuchando muchas palmas del público y siendo cada día más querido de él.
Ha toreado en las plazas de los siguientes Estados: Méjico, Bucareli, Toluca, Tacubaya, Puebla, Pachuca, Guanajuato, Celaya, Silao, Querétaro, Aguascalientes, San Luis de Potosí, Zacatecas, Torreón, Mapimí, Ciudad Lerdo, Durango, Parras, Monclova, Monterrey, Nuevo Laredo, Chihuahua, Ciudad Juárez, Linares, Cadereyta, Irapuato, Mérida, Tabasco, Campeche, Córdoba y Motril.
En total ha tomado parte en 274 corridas, habiendo estoqueado 648 toros. 
Durante su vida torera, Alberto Zayas sólo ha sufrido dos cogidas, pero ambas gravísimas. Una y otra ocurrieron en la plaza de Chihuahua.
La primera se la infirió un toro del la ganadería de Horcasitas al entrar a matar Esta cornada fue aparatosa, pues empitonado Alberto y con el muslo atravesado, fue conducido por el toro desde los tercios a los medios. Los sabios doctores que le asistieron creyeron inminente la amputación de la extremidad, pero gracias a los esfuerzos de la ciencia quedó, tras larga convalecencia, curado milagrosamente. 
 A los cuatro años ocurrió la segunda cogida. Zayas al torear la última corrida de las cuatro que llevaba ajustadas, fue alcanzado por otro toro de la ganadería de don Luis Terrazas al dar el cambio de rodillas, recibiendo una horrible cornada en el pecho, de la que estuvo a las puertas del sepulcro, pero en esta ocasión también quedó afortunadamente restablecido a los seis meses.
En dichos percances tuvo ocasión de comprobar las simpatías que hacia él sentía el público de todos los Estados donde trabajó. 
Los siguientes hechos lo demuestran plenamente. En la plaza de Monterrey, y en ocasión de torear Leopoldo Camaleño, al advertir el público la presencia de Alberto Zayas, que por cierto había inaugurado tal plaza dejando un buen cartel, tuvo que matar un toro a instancias de aquel, haciéndolo de una magnífica estocada. La ovación fue enorme, siendo ajustado por la empresa para tres corridas.
Lo propio le ocurrió estando también de espectador en la plaza de Irapuato. Era el único espada el «Torerito», obligando los aficionados a Zayas para que bajase al redondel; así tuvo que hacerlo, y cediéndole la muerte de un toro le despachó de un soberbio volapié. La res había salido de los toriles con un lazo en el testuz, y Alberto, momentos antes de doblar el bicho de la estocada, la desató con una serenidad pasmosa. También le ovacionó el público, y al final de la corrida desde la localidad que  ocupaba fue sacado en hombros. 
Por los hechos anteriormente relatados, verán nuestros lectores que no se trata de un torero incipiente. Precisamente en las columnas de este periódico nos hemos ocupado ya hace tiempo de los triunfos de dicho matador.
Actualmente se encuentra en la corte con el propósito decidido de que en España se juzgue la importancia de su trabajo.
A tal efecto, y con el fin de tomar en su día la alternativa en España, actuará primero en diferentes novilladas, y seguramente en la corte tendrán ocasión de verle los aficionados en la próxima canícula, para lo que, según nuestras noticias, se halla en negociaciones con el Sr. Mosquera.
Su aparición en Madrid despertará gran interés, pues aparte de ser un torero ya hecho se encuentra en el apogeo de sus facultades.
Saludamos, por último, al citado diestro, que al propio tiempo es un cumplido caballero, y le deseamos sinceramente que el nombre de Alberto Zayas se haga tan popular en España como ya lo es en los Estados americanos.



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