Matador de novillos y banderillero natural de Orizaba, Veracruz, que ejercía su profesión toreando a las órdenes de los espadas que toreaban en su ciudad a finales del siglo XIX.
De uno de ellos, el matador José Vázquez, aprendió la suerte llamada "El Esqueleto torero", que consistía en disfrazarse de esqueleto y permanecer inmóvil en el ruedo para que el toro no lo embistiera. Esta suerte, con algunas modificaciones, fue imitada y popularizada por el torero español Tancredo López.
El 6 de febrero de 1887 sufrió una gravísima cornada en Tlalnepantla, Estado de México.
"SILUETAS DEL PASADO.
Antonio González “El Orizabeño,” el auténtico “Don Tancredo".
En “Pluviosilla”, descrita y celebrada por el insigne literato Rafael Delgado, en la novela mexicana “La Calandria”, vivía al finalizar el año de 1884, un modesto oficial de carpintería, que en los días festivos y en los que el santoral del calendario marca con las dos significativas cruces, abandonaba la garlopa y el serrucho para hacerse torero, y vistiendo traje de luces, manufacturado a domicilio, actuar en las corridas que había en la plaza de toros de la misma citada “Pluviosilla”, en las de las poblaciones inmediatas, incluso la del puerto de Veracruz.
Este torero, y a la vez carpintero, porque después de los días festivos regresaba a su habitual ocupación, integraba con “el carácter de banderillero las cuadrillas de espadas mexicanos, especialmente la del conocido, ya anciano don José María Vázquez, a quien popularmente nombraban: “Don Pepe Vázquez”, radicado en Orizaba, y la del también, no solamente anciano sino decrépito, lgnacio Gadea. He dicho en cuales cuadrillas actuaba el lidiador-carpintero, pero no he mencionado lo más importante, su nombre. Era, Antonio González y tenía por mote el de “El Orizabeño”.
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En calma monótona corría la vida artística de “El Orizabeño”, cuando un acontecimiento tauromáquico llegó a perturbarla: Una cuadrilla de toreros españoles desembarcó en Veracruz, teniendo por jefe a Gabriel López “Mateíto”. La fama había llevado hasta los oídos del lidiador provinciano el nombre de aquel español, por lo que quiso conocerle y' presenciar su labor, para en algo tomarle por modelo. “El Orizabeño” hizo el corto viaje de Orizaba a Veracruz, para presenciar las corridas en que la cuadrilla española torease.
La expedición tuvo otra consecuencia: El torero mexicano amistó con los hispanos. Especialmente con uno, nombrado Juan León “El Mestizo”, que no actuó por encontrarse enfermo en las dos corridas que torearon; pero que lo realizó en subsecuentes, ya de por sí, con el puesto de espada, porque lo era en la categoría de novillero,
En esas corridas, “El Orizabeño” actuó a las órdenes de su reciente amigo hispano, y con él regresó a Orizaba, para torear en las que allí habían de ser celebradas, para las que El Mestizo fue contratado.
La expedición a Veracruz inicia segunda etapa en la vida taurómaca del protagonista en esta silueta, Desde entonces abandonó la ciudad natal y siguiendo a sus nuevos amigos, emigró al Distrito Federal, para tener por sitios de actuación las plazas de toros de El Huizachal, Cuautitlán y Tlalnepantla, y por jefes al citado espada El Mestizo, José Machío y Francisco Jiménez, “Rebujina”. Todo lo relatado, sucedió en el transcurso de tos años de 1885 y 1886, porque las corridas en Veracruz y Orizaba, fueron en los dos primeros meses del año 1885
Estamos en final de 1886. En la ciudad de San Luis Potosí, dan corridas de toros, actuando una cuadrilla mixta de españoles y mexicanos. Son los espadas Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”. Entre los banderilleros, al lado de José López “Cuquito” y Antonio Antúnez “Tobalo”, los dos gaditanos, está Antonio González “El Orizabeño”.
En todas las corridas son lidiados corpulentos y bravos toros: de la ganadería de Guanamé, y en todos los festejos destácase el banderillero mexicano por su valentía, rayana en temeridad; banderillea en la suerte de “quebrar”, haciéndola con los pies dentro de un pequeño aro de otate, forrado en cinta roja; hace también la misma suerte “en la silla”; clava un tremendo par haciendo la de “a topa carnero”; gánase con todas estas hazañas el cariño de los potosinos y se queda por algunos días más después de terminada la serie de corridas, para torear acompañando al espada catalán Joaquín Artau, que inaugura otra temporada, reuniéndose con el potosino Nolasco Acosta. Esa serie de corridas, fueron una página plausible en el historial taurómaco de El Orizabeño y por ese motivo la consigno en la silueta. Banderillear “quebrando”. ¿De quién lo había aprendido? De su primer jefe hispano, de El Mestizo, quien era “especialista” en tal lance.
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Regreso al Distrito Federal con El Orizabeño”. Los años de 1887 y 1888, fueron los de su apogeo, en las recientemente inauguradas plazas de toros. Leyendo en los carteles de las corridas celebradas en esos años, encuéntrasele en actuación en las cuadrillas, siendo no solamente banderillero sino “sobresaliente de espada”, y aún estoqueando sólo cuatro toros, en beneficio de algunos de sus compañeros y suyo.
En una de estas ocasiones, es anunciado como excelente caballista, para hacer la suerte de “banderillear a caballo”, afirmando “era el competidor de Ponciano Díaz”. Aquello fue gran petulancia, porque Ponciano fue el AS de los banderilleros a caballo.
El Orizabeño había visto cómo hacía el lance “Don Ignacio Gadea”, que también era maestro (algunos, erróneamente le declaran inventor de tal suerte), pero nunca pudo imitarle.
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Estando en buena aceptación El Orizabeño, dieron una corrida en la Plaza de toros de Tlalnepantla, en la que se lidiaron toros de Parangueo, fungiendo de espada Fernando Gutiérrez “El Niño”.
González quiso practicar la suerte de “cambio en rodillas” —que era también la especialidad de su primer amigo hispano El Mestizo, que fue quien primeramente la hizo en los redondeles de la República— ¡Púsose el banderillero hacia la izquierda de la puerta de los toriles, y acudiendo el toro, le señaló la salida. Pero, el cornúpeto no obedeció lo suficiente, y ciñéndose cogió a El Orizabeño, infiriéndole terrible herida en “el lado derecho del tórax, penetrante a la cavidad, y. que puso en peligro su vida. Ese, percance sucedió el día seis de febrero de 1887.
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Después de la buena época, cuando comenzaba la decadencia de El Orizabeño porque habían arribado al Distrito Federal excelentes toreros, con los que no podía competir, se unió un espada gaditano, Antonio Flores “El Valiente”, que procedente de Lima, se presentaba ante los públicos mexicanos.
Cayose el oropel, quedó el cobre a descubierto, y EI Valientes no tuvo aceptación entre los aficionados metropolitanos. Preciso ir a “correr la legua”, y en su compañía la recorrió El Orizabeño, estando en todas las plazas de toros provincianas, desde “Sonora a Yucatán”, cual anuncia su producción una sombrerería.
Luego ya El Orizabeño, no actuó en los redondeles metropolitanos. Comprendiendo que su época había pasado -era hombre sensato- se “cortó la coleta”, dedicándose a los negocios comerciales. En esa, ocupación permaneció hasta el año de 1905 en (que fue víctima de una pulmonía, de la que murió en una de las actuales calles de Dolores.
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Fue un torero valiente, pero exageradamente tosco, completamente antiestético y cuando pretendía adornarse, resultaba estrambótico, risible. Banderilleaba regularmente, en todos los lances en que había que “esperar”, esto es: En dos de “quebrar y a “topacarnero”. Cuarteando y sesgando, era torpe. Toreaba con la muleta burdamente -sin dominar a los toros- y daba tremendos estoconazos, “echaba carne abajo” rápida y fácilmente. En síntesis: Lidiador muy mediocre.
¿Entonces por qué la “Silueta”? Por dos motivos; Primeramente, porque fue bastante conocido y segundo, porque con mucha anterioridad al célebre Tancredo López en España, hizo aquí en la República la suerte taurómaca titulada “Don Tancredo”, en su tremendo acto de sugestionar al toro. Voy a dar antecedentes, y a recabar la prioridad toreros mexicanos.
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“Don Pepe Vázquez”, el primero de los maestros de El Orizabeño y de otro banderillero nombrado Francisco Lobato, actualmente ya anciano, retirado de la actividad en las corridas, pero siendo todavía “cambiador de suertes” en la plaza de Puebla, hacía la suerte de “Don Tancredo”, acompañándose de sus discípulos en un lance que titulaba “El Panteón de don Juan Tenorio”. Eligiendo precisamente los días próximos a la festividad de la “Conmemoración de los Fieles Difuntos”, para darle oportunidad.
Colocábanse los tres, y aún alguno más, con trajes que simulaban esqueletos y tranquilamente esperaban la salida del toro, que llegaba hasta ellos y no les acometía, porque permanecían en absoluta inmovilidad. Tancredo López estuvo en la República, siendo banderillero, y vio lo que hacían los citados lidiadores mexicanos, y lo aprovechó pura darse reputación, declarándose inventor de lo que había visto, y proclamando, mendaz, que ninguno había tenido valentía para hacer lo que él hacía.
Para hacer fe sobre esta afirmación transcribo un documento taurómaco. Es un cartel anunciador de una corrida, efectuada en México, diez años antes de que Tancredo López practicara en España e lance a que dió su nombre y que le proporcionó dinero y celebridad.
Dice el cartel, que está a disposición de quien guste leerlo:
“PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL”
SOBRESALIENTE CORRIDA DE TOROS
BENEFICIO DE VICENTE CONDE (a) | “EL GUERITO"
A las tres y media (si el tiempo lo permite).
CINCO TOROS. DE MUERTE, Procedentes de los cercados de “San Simón” (con divisa roja) y de “Bayas” (con divisa azul y colorada).
ESPADAS: CARLOS SANCHEZ Y ANTONIO GONZALEZ “EL ORIZARBEÑO”.
ESTE Y EL BANDERILLERO FRANCISCO LOBATO, HARAN LA SUERTE DE LOS ESQUELETOS INMOVILES, en el toro que juzguen apropiado para hacerla”.
Pie de Imprenta: Bouligny, impresor. Callejón de Santa Clara (hoy Motolinía, entre "Tacuba y 5 de Mayo) No. 12—. México.
Queda comprobado mi dicho. Hoy, que ha muerto, en España, Tancredo López, se ha publicado un artículo recordando lo que él falsariamente se atribuyó, y bueno es poner en claro el asunto, para que no exista tal falsedad histórico-taurómaca.
Años después, ya haciendo el lance Tancredo López allá en España, lo repetía en México otro hispano, nombrado Ricardo Real. Publicamos su retrato. Actualmente Real es empresario de toros en la isla de
San Fernando, Cádiz
En otra silueta, escribiré de don José María Vázquez, “Don Pepe Vázquez, torero mexicano, con buena historia en los cosos peruanos.
DON CHAQUETAS.
El Universal Taurino. 5 de noviembre de 1923.
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